Cuando la pandemia comenzó, una de las primeras cosas que se dijeron fue que habrían clases en linea. A algunos, con razones más que válidas, les pareció una condena, pero, a mi me pareció espléndido. Ya no habría tanbto ruido, ni necesidad de encajar, podía ponerme lo que me gustara... era, sin duda alguna, algo fantástico.
Al principio estaba nerviosa. No sabía como organizaría todo el tiempo que tenía en mis manos. Pero luego me di cuenta que tener tanto tiempo era algo fantástico: Aprendí cosas que no enseñaban en los colegios, reflexioné sobre mi identidad y conocí gente maravillosa. No habían tantas presiones de soportar ruidos incómodos, socializar con gente que simplemente no parecía aceptarme, o de hacer trabajos en los cuales iba a tener que poner toda mi energía emocional (la cual sabía que no sería premiada). De este modo, me sentía menos estresada y no sentía los terribles efectos del eccema o la dermatitis debido al estrés. Tenía menos dolor, y me sentía bien conmigo misma.
No sé si sea el simple hecho de que no ven mi torpe ser cara a cara o es un aprecio de lo más genuino, pero, al menos en estos momentos, siento que mis compañeros universitarios me apoyan. Tal vez no podamos vernos físicamente, pero hemos organizado varios eventos: Desde torneos de videojuegos hasta rompehielos donde hacemos el ridículo, la pandemia nos ha unido de una forma especial.
A veces, sin duda alguna, me aterra el momento en el que tengamos que regresar a las aulas: Ruido, poco tiempo, interacciones sociales incomprensibles... Pero trato de disfrutar el momento. Es todo lo que tengo. Y tal vez para ese entonces... Tn+enga el apoyo necesario para que todo sea más accesible. Tengo esperanza. MUCHA.
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